miércoles, 11 de septiembre de 2019

guerra mundial z / Max Brooks

guerra mundial z / Max Brooks


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(texto extraído de ojo en tinta, esrcrito por Patricio Contreras)

“Guerra Mundial Z” cuenta la investigación de un agente de la Comisión de Posguerra de Naciones Unidas. Esto no es un spoiler: el libro comienza aclarando que el mundo sobrevivió a la guerra con los zombies y ahí reside el atractivo y sabor de la novela. Brooks nos contará el antes, el durante y el después del conflicto. Les sugiero un punteo de ideas:
Es una historia sobre la ineptitud de los gobiernos.
Sobre la suciedad de la política: crear conflictos falsos para cubrir los verdaderos.
Sobre la inmoralidad del mercado: una “vacuna” contra este virus que funciona como tranquilizante social.
Sobre los mercados negros: tráfico de personas y de órganos.
Sobre la altanería estadounidense: están tan confiados en controlar los pequeños brotes de la plaga zombie que se concentran en operaciones acotadas y jamás despliegan un ataque a escala mayor.
Sobre el apartheid en Sudáfrica: y el nuevo uso que un plan de escape de los afrikaneers puede mitigar la plaga.
Sobre la guerra total: los oficios menores en tiempos de paz adquieren más relevancia que los gerentes.
Sobre el aislamiento norcoreano: nadie sabe qué sucedió ahí.
Sobre el alarmismo de los medios: y la confusión generada por “expertos” en milicia que se contradecían mutuamente.
Sobre la lógica de la guerra moderna: los zombies no tienen miedo, no tienen instinto de preservación. No les importa que al frente hayan tanques y lanzacohetes.
Dejo dos citas sobre los zombies y la «guerra total»: “Todos los ejércitos, ya sean mecanizados o guerrillas de montaña, deben atenerse a tres restricciones básicas: deben ser criados, alimentados y liderados. Criados: necesitas cuerpos calientes, o si no, no tendrías un ejército; alimentados: una vez que tienes el ejército, necesita suministros; y liderados: sin importar qué tan descentralizada sea la fuerza de combate, debe haber alguien ahí con la autoridad para decir “síganme”. Criados, alimentados y liderados; y ninguna de esas restricciones aplicaban a los muertos vivientes”.
Y: “Por primera vez en la historia, estábamos enfrentando a un enemigo que estaba activamente librando una guerra total. No tendrían límites de resistencia. Jamás negociarían, jamás se rendirían. Pelearían hasta el final porque, a diferencia de nosotros, cada uno de ellos, cada segundo del día, estaba consagrado a consumir toda la vida en la tierra”.

los invasores / egon wolff

los invasores / egon wolff




Los invasores es una obra de estructura circular, que comienza y termina con la misma imagen. Los hechos suceden en la mansión de dos pisos de los Meyer, matrimonio de acaudalados industriales que luego de una velada con amigos se dirigen a dormir tras comentar el sentimiento de temor de perderlo todo a manos de los más desposeídos.


Las primeras escenas muestran cómo una mano fuerza una de las ventanas de la casa. Se escucha un golpe, la quebrazón de un vidrio y el movimiento del picaporte. Luego, un hombre vestido con harapos, llamado "el China",ingresa al lugar y tras él quienes viven “al otro lado del río” ocupan la mansión y los espacios exteriores.

Lucas Meyer –padre del clan- intenta disuadir a los invasores pero éstos pronto establecen un nuevo orden social al que debe sumarse incluso uno de los hijos de la familia, Bobby. El diálogo con los visitantes deja en evidencia las injusticias e inequidades sociales y, en especial, el turbio origen de la fortuna familiar.

Conforme el temor se incrementa, los Meyer se rinden a la invasión hasta que la escena se ilumina y Lucas despierta de lo que ha sido una pesadilla. Pero otra vez se escucha una quebrazón y la mano del China se asoma nuevamente por la ventana. El texto sugiere que ya no se trata de un sueño.


Sobre el autor

Miembro de la llamada Generación del ‘50, Egon Wolff (1926) es descendiente de alemanes. Con formación de ingeniero químico, sus inicios en la escritura teatral estuvieron fuertemente influidos por la dramaturgia de Arthur Miller al punto de que el realismo norteamericano constituyó para él un modelo, lo que le llevó a cursar escritura para la escena en la Universidad de Yale.

Conforme trabajó para las compañías universitarias llegó a crear una línea definida de obras en que retrata las contradicciones sociales y la lucha de clases del Chile de los años ’60 bajo un enfoque ético.

Sus piezas emblemáticas:Parejas de trapo(1960), Los invasores(1963), Flores de papel(1970).Describen la hipocresía, la decadencia y la descomposición de determinados grupos sociales.

Los protagonistas de esas creaciones son estereotipos de la burguesía arribista y de una falsa aristocracia que resienten la amenaza que acecha desde el exterior (a veces corporizada en personajes harapientos), la que invade su espacio y les fuerza a enfrentar las contradicciones. La inclinación por esas situaciones hizo del autor un retratista del sector social que opone mayor resistencia a los cambios sociales en el país.

Tras un extenso silencio, reapareció en los años ‘80 con una variación sobre los mismos ejes en:La balsa de la medusa(1984). En los ‘90 se despercude de la estructura aristotélica para probar con saltos y quiebres temporales en: Cicatrices (1994) y Claroscuro (1995), transitando a la vez hacia nudos argumentales más intimistas junto a la representación de conflictos de pareja

A lo largo de su carrera ha obtenido en varias ocasiones el Premio Municipal de Teatro, además del Premio Casa de las Américas en Cuba, el Premio de la Crítica a la Mejor Obra Extranjera en Argentina por Flores de papel y el Premio José Nuez Martín por Encrucijada. Sus obras han sido traducidas a diversos idiomas y estrenadas en el extranjero.


Los invasores

Los invasores es una obra fundamental en la dramaturgia chilena del siglo XX que en su estreno de 1963 generó variadas reacciones y polémicas a raíz del enfoque que ofrecía del estado social del país.

Pese a las críticas de aquel momento –que analizaban el texto desde una óptica político partidista-, la creación de Egon Wolff se ha convertido en un título de referencia. Visto en perspectiva, se diría que retrató la paranoia que se incubaba en un sector del país y que una década más tarde se traduciría en el golpe de Estado.

En Los invasores, el espacio íntimo de la burguesía es amenazado por un personaje externo y marginal que genera una crisis en la cerrada estructura de este grupo. La obra fue estrenada por el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile y dirigida por Víctor Jara, en un momento político y social de gran importancia en el país. Al año siguiente se realizaban elecciones presidenciales y los candidatos del conglomerado de izquierda y de la Democracia Cristiana -opciones con mayoría popular-, presentaban propuestas de grandes reformas sociales.

En ese contexto, la obra generó gran polémica y fue interpretada como una voz de alarma frente a la situación de desigualdad social que vivía el país.

“Cuando se dio la obra, fue atacada por moros y cristianos. La atacaron los sectores de izquierda, porque consideraban que yo estaba mostrando un mundo que no era así y olvidaron que estaba escribiendo desde una pesadilla de un industrial y en la pesadilla se deforman las cosas, pero me culparon mucho de presentar un mundo proletario, popular que no era como lo presentaba yo, agresivo” (Egon Wolff)

Esto condujo incluso a una confrontación entre el dramaturgo y el director de la puesta en escena, a partir de la interpretación y el montaje de la obra: Wolff quería poner énfasis en el temor a los cambios sociales y Jara se inclinaba por generar simpatía frente a los invasores.

La obra no fue bien recibida por la prensa y el autor fue atacado por todos los bandos. El Diario Ilustrado la calificó como un melodrama discutible”, la revista Zig-Zag afirmó que se trataba del primer traspié de Egon Wolff y El Mercurio vio en la obra sólo "ideas simplistas”. La peor crítica provino del diario El Siglo, perteneciente al Partido Comunista, que planteaba que el dramaturgo era un escritor de formación burguesa, que no era capaz de entender la lucha de clases y que demonizaba los movimientos sociales.

Con los años; Los invasores, se ha convertido en uno de los textos esenciales de la dramaturgia latinoamericana. Se resalta la manera en que anuncia el quiebre social y político que acompañaría al golpe de Estado de 1973.


La poética de la marginalidad

La marginalidad fue un tema recurrente en la dramaturgia nacional de los años ’60. Un número importante de obras estrenadas durante ese período cuestionaban los valores, conductas, estructuras y formas de vincularse de las diferentes clases sociales. La representación de personajes y situaciones marginales se hacía con el fin de mostrar una realidad ignorada por la sociedad de la época.

A la par del desarrollo y crecimiento de las urbes, en esos años los sectores sociales más desposeídos fueron siendo desplazados del centro hacia las afueras de la ciudad (situación aún vigente) y surgen campamentos, poblaciones y asentamientos “provisorios” para personas en situación de calle, como plazas y riberas de ríos, entre otros. El teatro chileno alude a esta situación con obras como Los invasores,de Egon Wolff, y Los papeleros, de Isidora Aguirre, estrenadas en el mismo año.

En relación a este tipo de textos, Ariel Dorfman afirmaba: “los autores han escogido invariablemente protagonistas que, de una u otra manera, viven marginados del proceso social…A veces el rechazo de este mundo llega al extremo de que algunos autores sugieran entre líneas que una solución auténtica sería retirarse terminantemente de la condición humana misma”.


fundamentos básicos de la caracterización de personajes

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